lunes, septiembre 08, 2008

Benarés












La ciudad de Benarés vive fuera del tiempo, es algo así como un museo donde nada se expone ni se exhibe, todo se vive, desde un tiempo inveterado. Los mismos gestos, idénticos rituales, casi diríase que las mismas gentes de no ser aquí donde la rueda de las reencarnaciones cesa para alcanzar la liberación. Muy difícil de entender para mis ojos de cómodo occidental apasionado de los documentales y ávido de viajes y descubrimientos, porque en el fondo no puedo renunciar a mi sesgado análisis, a mi sesgada razón.





A Benarés se la conoce también como Kashi, ciudad de la luz. Es la ciudad bendecida por el dios Shiva de quien se dice merodea los ghats y susurra su beatífico mantra a los oídos de los moribundos , y es así como la muerte en Kashi es la mayor bendición del creyente hinduísta, lugar donde se alcanza el moksha, la ansiada liberación de la rueda del karma, la unión definitiva con la Mente Universal ...



domingo, septiembre 07, 2008

Calcuta, flores en blanco y negro







Recorriendo las calles de Calcuta. No recuerdo ningún otro lugar parecido , ese impacto, ese golpe sobre mis sentidos, ruido, tráfico de leyes imposibles, olores, miradas profundas que parecen encalladas en el momento que viven, explosión de colores en las aceras, en los saris preciosos de las mujeres, suciedad, miseria lacerante que me duele mirar, y abunda por todas partes.

He leído en algún lugar que el puente de Howrah es el más transitado del mundo. Otra desmesura de Calcuta. He cruzado a pie el puente camino del Mercado de las Flores, el paisaje humano cruzando el Howgly (brazo del Ganges) me parecía asombroso, los ires y venires de los porteadores que expresan en su rostro el sufrimiento del peso que soportan, vendendores junto a mendigos, el tráfico ensordecedor que atraviesa el centro del puente.



Bajo el puente de Howrah, en uno de sus extremos, durante todo el día se extiende el Mercado de las Flores. Un enorme paseo junto al río, tapizado de alfombras de flores, de vendedores envueltos en racimos de guirnaldas, de gente que se abre paso entre la gente, entre las flores, soportando el calor, descubriendo la suciedad cuando el suelo queda desnudo.