domingo, diciembre 09, 2007

Chichicastenango

Es jueves en Chichi, día de mercado. En la escalinata de Santo Tomás destacan desde lejos las paradas de flores y de ofrendas. La iglesia reposa sobre el antiguo templo maya del cual se conserva la escalinata de dieciocho peldaños (tantos como meses tiene el calendario sagrado maya), y en el lugar siguen conviviendo los cultos ancestrales con la religión de los conquistadores. El incienso quema a la entrada de la iglesia, y no sé distinguir a qué culto pertenecen los fieles. Me dicen que en la entrada un sacerdote maya purifica a quienes se lo solicitan, un baño de humo de fuerte incienso. En el interior de la iglesia, junto a los santos locales se extienden pequeños altares de piedra donde los mayas rezan a sus antiguos y donde los deseos quedan encendidos en velas blancas.








martes, noviembre 13, 2007

AMOR GUATEMALA










Viajar es siempre enamorarse, erotizarse en un paisaje como si estuvieses recorriendo un cuerpo, latiendo tu corazón junto a su corazón, hablando, escuchando, mirando, encontrando otras miradas, dulces, hospitalarias, disfrutando de la palabra, nueva, misteriosa, llena, apasionante.
Me seduce la esencia india , todavía la puedo percibir en la forma de ser, de ofrecerse al otro, en las lenguas con las que siguen diciéndolo casi todo, pienso que todo es aquí mucho más sencillo, y sé, sé que me equivoco profundamente. El primer día veía escenas que me parecían dolorosas, injustas, las vidas que caminaban junto a la carretera y que se vivían entre hogares hechos de lata y días tristes, húmedos e impotentes. La vida dura, el mundo es injusto. Me siento mal pese a mi pasión por estar aquí. Vuelvo a ahora. Unos días y todo parece más integrado en el paisaje, en el mundo de aquí, en la vida que se vive aquí. Y es por eso que envidio esta sencillez sin el peso ese nuestro de todos los días y que nos impide vivirlos, el peso con el que cada uno de nuestros presentes muere ahogado en pos de un futuro donde aún esperamos vivir ...

GUATEMALA ... PAISAJE DESDE SAN PEDRO LA LAGUNA









El lago de Atitlán es un lugar especial, me resulta difícil explicar el porqué, el paisaje es precioso, pero además los pueblos junto al lago y sus gentes, todavía conservando una esencia que desafía la visión folclórica y globalizadora de los que viajamos como turistas (¿en busca de cierta autenticidad?). Creo que siguen viviendo aún al margen de nosotros que los visitamos, nos acogen con una gran hospitalidad, me saludan en la calle y no vienen normalmente a por mí como representante del dinero que ellos no tienen. Hay quienes sí, y entiendo perfectamente que nosotros seamos “un” interés económico de primera magnitud para ellos, pero siento no ser solamente “eso” , y lo agradezco.

VISITANDO LOS PUEBLOS DEL LAGO





A mediodía la superfície del lago se eriza, es el “xocomil”, cada día aproximadamente a esta hora , se parece a un pequeño mar que embravece, las lanchas navegan agitándose con las olas, me dicen que algunos días a esta hora algunos lancheros prefieren quedarse en sus muelles, sin embargo nadie tiene noticias de ningún percance debido al viento. Desde el centro del lago, acostumbrándome al violento latir de la lancha y sus golpes con el agua, el panorama es grandioso, los volcanes imponentes vigilan el lago, las nubes se pegan a sus cimas y las ocultan , y los pueblecitos desde aquí parecen encantadores, rodeados de un verde explosivo, volcánico, junto al azul del lago que parece hervir.
Desde Santa Catarina contemplo el lago y sus volcanes, estoy comiendo con Domingo, el lanchero, , parece una gran persona, me cae bien, no es de muchas palabras (como yo) pero lo que me dice es muy interesante, dice lo justo ,pero noto apasionamiento, le gusta mostrarme su tierra, su lago, me explica algunas leyendas, cómo vive su gente, la magia que aguarda en sus rincones. Sabe interponer los silencios en lo que me explica, me pregunta cosas sobre mi, sobre mi vida, sobre mi tierra. Me enseña algunas palabras en tzutuhil, es el idioma que hablan en San Pedro y algunos pueblos próximos, aquí, unos kilómetros más allá cruzando el lago, hablan quiché, no es otro dialecto, es propiamente otro idioma.

LLEGADA ... ANTIGUA GUATEMALA






LLEGADA ... ANTIGUA GUATEMALA

Es casi de noche, cruzo Ciudad de Guatemala desde el aeropuerto: poco a poco me doy cuenta más del lugar adónde voy, donde estoy, nada que ver con el primer mundo que dejé atrás, me llama la atención la oscuridad que reina en los barrios por donde paso, las luces mortecinas de los viejos autobuses que expulsan una densa humareda (me doy cuenta de que van totalmente llenos), algún auto lujoso, la mayoría viejos y destartalados. La salida de la Capital está congestionada a esta hora, reflexiono sobre las espeluznantes noticias de prensa que leía estos días sobre el elevado nivel de criminalidad, sobre los asesinatos casi a diario de pilotos de autobús, sobre el estado de guerra infame entre maras y otros desheredados que viven en algunos de los barrios de ciudad capital.
Es de noche cuando entramos en Antigua.

domingo, abril 15, 2007

Recordando ... Chinchero, Perú






Llegada a Chinchero, por la mañana, el pueblo parece casi desierto, los torrentes de turistas me dicen llegan por la tarde, en el circuito que en autobus recorre Valle Sagrado. Me alegro de haber llegado de buena mañana, y yo solo, cuando el mercado es un mosaico de color en la plaza central y todos los indios me miran, me hablan, me quieren vender cosas, y yo, y apenas unos cuantos más solitarios, parejas, somos lo realmente exótico en estas tierras altas, duras y bellísimas. El cielo es de un azul intenso, y el sol hiere rocas y ruinas, pese al aire frío y puro. La luz aquí, a esta altura, como comprobaré muchos otros días, parece más intensa, fuerte.
Paseo bajo las ruinas de la ciudadela inca, hacia las afueras del pueblo, alguien me sigue, es un chico, indio, vestido con harapos, cargado de postales, junto al Asiento del Inca le compro algunas postales y tambien la historia de las ruinas que me rodean. A lo lejos se yergue, majestuoso, un imponente nevado de casi 6000 metros.
Calles de Chinchero. Me cruzo en una calleja solitaria con una india que camina y sigue tejiendo, parece que indiferente a mi presencia. Me detengo junto a una puerta, dentro hay un vistoso taller donde un grupo de indias tejen , pido permiso y les doy una propina por dejarme fotografiarlas. Las fotografias me hacen pensar, dudar, a casi cada instante, claro, todo es fotogénico, pienso, pero siento algo de pudor cuando fotografío esos rostros humanos, esas miradas fascinantes de los indios, esos vestidos de colores que explosionan en silencio. En varias ocasiones estas dudas me harán sufrir durante este viaje.